Simbolismo de los colores

Círculo de color (tono-saturación).
Banderas como la de Bután se basan generalmente en el simbolismo de los colores.

El simbolismo del color en el arte y la antropología se refiere al uso del color como símbolo en diversas culturas. Existe una gran diversidad en el uso de los colores y las asociaciones sociales y morales entre culturas[1]​ e incluso dentro de la misma cultura en diferentes lugares y períodos de tiempo.[2]

El mismo color puede tener asociaciones muy diferentes dentro de la misma cultura en cualquier momento. La diversidad en el simbolismo del color ocurre porque los significados del color y el simbolismo ocurren sobre una base individual, cultural y universal. El simbolismo del color también depende del contexto y está influenciado por los cambios producidos a lo largo del tiempo .[3]

Las representaciones simbólicas de conceptos o artículos religiosos también incluyen un color específico con el cual se asocia el concepto u objeto.[4]

Entre los hombres más primitivos, solo existen dos términos de color, la luz blanca del día se opone a la oscuridad de la noche.

Durante la Antigüedad se favorece el negro, blanco y rojo.[5]​ El rojo conlleva un significado de tela teñida, el negro de tela sucia y sin teñir y el blanco de tela sin teñir, pura y limpia. Los códigos sociales y los sistemas de representación giran en torno a estos valores hasta la plena Edad Media.[6]​ En el área indoeuropea, el blanco está asociado a funciones sacerdotales, el rojo, con el naranja y el amarillo, a la guerra y el negro con el verde y los tonos oscuros, a funciones productivas.[7]

En la Edad Media, el uso de los colores divide a la Iglesia Católica. Michel Pastoureau caracteriza como 'cromófobos' a los prelados que, como Bernardo de Claraval, creen que los colores representan la materia vil y son un artificio inútil agregado por el hombre a la Creación. Suprimen la decoración de lugares, libros, ropa y utensilios de culto. Al contrario, hay otros, 'cromófilos' como los cluniacenses o el abad Suger, que asimilan los colores a la luz y por tanto al Espíritu y promueven su uso.[8]​ Aquí, el 'color' se opone al blanco, negro, gris o crudo. El color blanco es el de la divinidad.[9]​ Los defensores del uso de los colores predominan desde finales del siglo XII. Los principales colores medievales (blanco, amarillo, rojo, verde, azul y negro) se difunden en la vestimenta y en las iglesias.

En esa época, el cristianismo influyó profundamente en el simbolismo de los colores: el blanco expresaba pureza, humildad y liberalidad. El negro pasa a ser un reflejo de la humildad y la penitencia desde el siglo IX, convirtiéndose en el color obligatorio de la vestimenta monástica. Los azules, considerados anteriormente una mera variedad del negro, adquieren a finales del siglo XI un significado autónomo: el color celeste se muestra en el velo de la Virgen,[10]​ y se convirtió en el símbolo de la serenidad, la sinceridad y se extiende a la vestimenta y los escudos de armas. El amarillo, el color que es a la vez el del oro y el azufre maligno, es asociado con la enfermedad, el declive (el amarillo es un color que se extingue, mate y triste en comparación con el oro o la luz solar, fuente de energía y vida), la traición, el color del vestido de Judas desde el siglo XII).[11]​ El verde, pigmento difícil de fijar por los tintoreros, simboliza la inestabilidad (asociada al amor, la infancia, la suerte y el azar), el color del Islam o la del diablo desde el siglo XIII, de manera que representaba la naturaleza entre los románticos. El negro, símbolo de la oscuridad y la muerte, se convirtió en 'un color de moda' desde el siglo XIV hasta el XVI y fue el color real hasta mediados del siglo XVII. A pesar de que sigue estando asociado con la brujería y el luto, el negro fue adoptado en todos los tribunales europeos tras las leyes suntuarias que prohibían a los aristócratas romanos que usaran ropa de colores consideradas ostentosas cuando llegó la peste negra.[12]​ Un soneto anónimo condensó todo el simbolismo que alcanzaban los colores en el Siglo de Oro, hacia el año 1593:

«Es lo blanco castísima pureza; / amores significa lo morado; / crüeza o sujeción es lo encarnado; / negro es crudo dolor; claro, tristeza. / Naranjado se entiende que es firmeza; / rojo claro, venganza, y colorado, / alegría, y si escuro lo morado, / congoja, y si es claro anuncia alteza. / Es lo pardo trabajo; azul es celo; / turquesado, soberbia, y lo amarillo / es desesperación. Verde, esperanza. / De suerte que ya que diese el cielo / licencia en el dolor, para decillo / bien se puede mostrar por semejanza.»[13]
  1. Smith, N. S.; Whitfield; Wiltshire (Abril de 1990). «The accuracy of the NCS, DIN, and OSA-UCS colour atlases». Color Research & Application 15 (2): 111-116. ISSN 0361-2317. doi:10.1002/col.5080150209. 
  2. Birren, Faber (2006). Color psychology and color therapy: a factual study of the influence of color on human life. Whitefish, MT: Kessinger Publishing. ISBN 978-1425424107. OCLC 74452551. 
  3. Edith Anderson Feisner; Ronald Reed, eds. (2016). «Color symbolism». Color Studies (3ª edición). Nueva York: Bloomsbury. ISBN 978-1-50130-336-4. OCLC 1053938255. doi:10.5040/9781501303364.ch-014. 
  4. Encyclopaedia Britannica. doi:10.1163/9789004337862_lgbo_com_050367. 
  5. Laurence Villard (2002). Couleurs et vision dans l'Antiquité classique (en francés). Publication Universitaire Rouen Havre. p. 97. 
  6. Michel Pastoureau, Dominique Simonnet (2007). Le petit livre des couleurs. Points. p. 121. 
  7. Georges Dumézil (1955). Rituels indo-européens à Rome. 
  8. Michel Pastoureau (1999). «Le temps mis en couleurs: des couleurs liturgiques aux modes vestimentaires (XIIe-XIIIe siècles)». Bibliothèque de l'école des chartes 157 (1). pp. 123 (111-135). .
  9. Portal, Frédéric (1837). «Des couleurs symboliques dans l'antiquité, le moyen-âge et les temps modernes». París. 
  10. Fonctions de la couleur en Eurasie. Editions L'Harmattan. 2000. p. 129. 
  11. Michel Pastoureau (2 de agosto de 2004). «Le jaune: tous les attributs de l'infamie !». L'Express. 
  12. Michel Pastoureau (2010). Noir: histoire d’une couleur. Editions du Seuil. p. 210. 
  13. Recoge una versión de este soneto Erasmo Buceta en "Un soneto del siglo XVII explicativo del simbolismo de los colores", Bulletin Hispanique, t. XXXV, 1933, págs. 299-300. Nosotros utilizamos la de Joaquín de Entrambasaguas en el tomo III de sus Estudios sobre Lope de Vega.

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